Tlaxcala y la memoria sísmica: 40 años de aprendizajes

infotlax.com / Jorge Alcántara

Han pasado cuatro décadas desde aquel 19 de septiembre de 1985, cuando un sismo de magnitud 8.1 con epicentro en la costa de Michoacán estremeció al país. Aunque Tlaxcala no sufrió daños tan devastadores como la capital, el movimiento telúrico dejó huella en la memoria de su gente y despertó la conciencia sobre la vulnerabilidad de un estado pequeño, pero no ajeno a los riesgos naturales.

En aquel entonces, Tlaxcala carecía de protocolos específicos de protección civil. Las autoridades locales apenas podían reaccionar a un fenómeno de esa magnitud, y la población desconocía qué hacer ante un temblor. Sin embargo, las imágenes de la tragedia en la Ciudad de México impactaron profundamente, impulsando la necesidad de organizarse mejor y de adoptar medidas de prevención.

Fue a partir de esa fecha que Tlaxcala, al igual que el resto del país, comenzó a estructurar un sistema de protección civil más sólido. La creación de direcciones municipales, la capacitación de brigadas y la incorporación de protocolos de evacuación en escuelas y oficinas públicas se convirtieron en parte de la vida cotidiana. Poco a poco, se sembró la semilla de una cultura de prevención.

La memoria sísmica en Tlaxcala se ha reforzado con los movimientos que han impactado al estado en distintos momentos. El 15 de junio de 1999, un sismo de magnitud 7.0 con epicentro en Puebla sacudió con fuerza la región, dejando daños en viviendas y escuelas, principalmente en municipios como Huamantla, Tetla y Tlaxco. Más tarde, en septiembre de 2017, dos terremotos —el del día 7 con magnitud 8.2 y el del 19 con magnitud 7.1— volvieron a poner a prueba a Tlaxcala, generando afectaciones en templos históricos, hospitales y casas habitación en municipios como Zacatelco, Totolac y Panotla.

Hoy, las alertas sísmicas, aunque no tienen la misma cobertura que en la capital del país, forman parte del esfuerzo por dar segundos valiosos a la población. Además, se han reforzado las normas de construcción, especialmente en zonas urbanas, y se fomenta entre estudiantes y trabajadores la práctica de evacuaciones ordenadas en los simulacros que cada 19 de septiembre recuerdan lo ocurrido en 1985.

No obstante, persisten retos importantes. En comunidades rurales de Tlaxcala aún existen viviendas construidas con materiales frágiles que podrían colapsar en caso de un sismo mayor. A ello se suma la necesidad de mayor inversión en infraestructura hospitalaria, rutas de evacuación seguras y campañas permanentes de información para las familias que no siempre tienen acceso a medios digitales.

Los especialistas insisten en que la organización comunitaria es el mayor activo del estado. Brigadas voluntarias, comités vecinales y maestros que enseñan a los niños cómo actuar ante un temblor representan la fuerza social que ha permitido a Tlaxcala enfrentar emergencias con eficacia. La prevención, en este sentido, es una tarea compartida entre autoridades y ciudadanía.

En Tlaxcala, cada 19 de septiembre no solo se recuerda el dolor de 1985, sino también la importancia de estar preparados. La tierra seguirá temblando, pero lo aprendido en estas cuatro décadas ha demostrado que la memoria, la organización y la solidaridad pueden marcar la diferencia entre la tragedia y la vida.

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